En la Universidad de Yale, en New Haven (Conneticut) existe una biblioteca fuera de lo común y bastante inusual:  la  Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros raros, donde se almacenan más de 500000 volúmenes y documentos que por alguna u otra razón, poseen alguna característica que los hace singulares y de incalculable valor, incunables, papiros egipcios, la primera Biblia de Gutenberg, etc. Fue construida en los años 60.

Interior de la Biblioteca Beinecke

Interior de la Biblioteca Beinecke

Entre esos volúmenes, destaca el Documento (o Códice) Voynich, una obra de origen medieval, llena de ilustraciones y escrita en un idioma que no ha sido descifrado por nadie en 500 años.
El nombre se debe el experto en libros antiguos y coleccionista afincado en Londres, Wilfrid Voynich, que lo compró en 1912 y lo sacó sus secretos  a la luz.
Las pruebas del Carbono 14 lo datan alrededor del 1400, pero dada la imposibilidad de descifrarlo a lo largo del tiempo hay quien dice que es falso, y que es un engaño.

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El códice fue hallado por Voynich en 1912 en uno de sus viajes a Italia, uno de los lugares que frecuentaba en busca de volúmenes que aumentasen sus colección de libros y manuscritos antiguos.
En una población cercana a Roma, en Frascati, visita la biblioteca del Colegio Jesuita de Villa Mondragone, allí, los monjes tenían varios arcones con libros que no les interesaban y querían vender, en uno de ellos, el coleccionista se ve sorprendido por un gran libro lleno de dibujos a todo color con un idioma y unos caracteres que no sabía descifrar, y que venía acompañado de una carta en latín con fecha de 1666.
Llegando a un acuerdo con los monjes, se hace con el manuscrito y lo traslada a su negocio en Londres. Allí lo fotografía y envía copias a diferentes expertos en lenguas, que no consiguen descifrar nada; la idea de Voynich, es que el manuscrito pudo ser escrito por un monje (se aventura a decir que fue Roger Bacon) en el S.XIII, y que lo hizo en un lenguaje cifrado para salvaguardar los hallazgos científicos que había conseguido y que no serían bien vistos por la Iglesia en ese momento.

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Pero, ¿Cómo llegó a ese monasterio?
Según varias documentaciones, el primer dueño del libro fue el nieto del emperador Carlos V, Rodolfo de Bohemia (1552-1612), que lo adquirió por 600 ducados de oro. Tras la muerte de éste, pasó a manos de su alquimista, que a su vez de lo pasó a un colega de Praga, en 1660, a la muerte de éste, pasó a manos del rector de la Universidad de Praga, Johannes Marcus en 1665. El rector viaja a Roma y se lo entrega a su amigo Kircher, jesuita y afamado erudito del s.XVII, experto en transcripciones, que no logra dar con la clave. Era además un gran alquimista en su tiempo.

Athanasius Kircher

Athanasius Kircher

Es así, como el códice queda en sus manos, y es protegido por los monjes hasta que Voynich lo encuentra. La carta en latín que acompaña al códice, está precisamente dirigida a Kircher de mano de Marcus, quien creía que lo iba a poder descifrar.

El códice cuenta con unas pastas de vitela, y 116 páginas, aunque por la numeración, le faltan 28 páginas.
Mide 16 cm de ancho, 23,5 de alto y tiene 5cm de grosor.
Predomina el dibujo y tan solo hay 33 páginas que contengan solo letra, los dibujos son de plantas, la mayoría desconocidas, mujeres desnudas, motivos astronómicos, por varios estudios se determina que los dibujitos se hicieron primero y luego se escribió la letra. Aparecen más de 40000 palabras escritas en letra muy pequeña. No tiene título, ni autor, y tampoco está fechado.

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Las letras son simples, escritas de un solo trazo y se calcula que pueden pertenecer a un alfabeto de entre 20 o 30 caracteres, si bien aparecen algunos más inusuales dos o tres veces en todo el texto.
Los expertos han dividido el texto en cinco partes diferenciadas a pesar de que en el propio libro no aparezcan capítulos, ni títulos; dichas partes serían: Herborística, Astronomía, Biología, Farmacéutica y el Recetario.
En la sección de Herborística, que es la más extensa, se trata básicamente de un herbario como lo conocemos hoy en día, un dibujo de una planta acompañado de una descripción (se supone) de la misma, lo curioso es que aunque algunas han sido identificadas, la mayoría de ellas no se conocen o no se han visto en ningún jardín botánico del mundo.
La sección de Astronomía, cuenta con dibujos de soles, lunas, y estrellas, y también de diagramas, cartas astrales y constelaciones que representan los signos zodiacales acompañados de mujeres desnudas. Hay dibujos que podrían corresponder con una galaxia, pero cuesta creer que en el S.XVI se pudiese saber que aspecto tenía la misma.

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La siguiente sección, la biológica, es una de las más inquietantes, en ella aparecen dibujos de mujeres desnudas como si estuvieran en el agua, algunas embarazadas.
La farmaceútica tiene cierto parecido a la herborística, dado que son dibujos de plantas, pero con un sentido secreto de usos medievales con fines venenosos o alquímicos.

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Por último, el recetario, formado por párrafos cortos, y todos comienzan con el dibujo de una estrella. Se han interpretado como recetas derivadas de la sección farmacéutica.
Aparte de esto, hay una página, la 166 que no corresponde con el idioma del resto del libro y parece tener caracteres latinos, algo sumamente desconcertante para los estudiosos del libro.

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Las interpretaciones:

Según los estudios realizados con Carbono 14, no hay duda de que el libro fue escrito a principios del S.XV, esto está respaldado también, por los estudios de los colores de los dibujos que fueron hechos sin duda con colores y materiales típicos de la pintura renacentista, concluyendo los últimos estudios en la Universidad de Arizona que el manuscrito es auténtico. Cumple además la llamada ley de Zipf. George Zipf, fue un lingüista que explicaba que para que hay una frecuencia universal de palabras cortas y largas que se dan de forma natural para formar un idioma, repitiéndose con más frecuencia las cortas; en esencia el manuscrito Voynich respetaría esta ley, lo que es una pista más para creer que no es algo inventado sino un lenguaje perfectamente formado y con sentido.

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Sin embargo, desde 1912, año en el comienzan las investigaciones modernas de mano de Voynich nadie hasta la fecha ha podido dar una transcripción exacta o satisfactoria al original códice, llegando a hablar de un idioma o código propio, que se ha bautizado una vez más con el de Voynich, el código Voynich.
Los mayores expertos en códigos lingüísticos cifrados, han intentado sin éxito llegar a alguna conclusión. Se ha puesto en manos incluso de estudiosos que lograron descifrar los códigos secretos de la Segunda Guerra Mundial, de nazis y japoneses.
En 1921 el profesor Newbold de la universidad de Pennsylvania realiza un estudio y con una lupa cree observar pequeños caracteres que se asemejan a los griegos, afirmando que el manuscrito verdadero era un texto oculto en griego, y que su autor fue Roger Bacon en el S.XIII. esto fue desestimado diez años después pues se supo que los trazos eran restos de tinta por el paso del tiempo, y no letras alfabéticas griegas.
En los años 40, se intentó transcribir el texto por la técnica del cifrado de sustitución, es decir, asignando a cada letra del códice, una letra del alfabeto latino, pero la transcripción no tenía palabras con sentido.
Después de la Segunda Guerra Mundial, como hemos dicho, los expertos en descifrar códigos de guerra fracasaron tratando de darle sentido al documento Voynich.

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En los años 70 se llegó a decir que estaba escrito en Ucraniano sin vocales, pero una vez más carecía de sentido.
En 1987, se afirmó que estaba escrita por los cátaros, en Francia, y que era la mezcla de varios idiomas, pero no se llegó tampoco a ninguna conclusión lógica.
En el año 2000, el estudio tomó un cariz diferente, se comenzó a estudiar bajo un método más científico que linguistico por el profesor Gordon Rugg, que imparte clases de matemáticas avanzadas en la universidad Reading de Inglaterra. Según este, el libro es algo inventado, una broma, algo que ha puesto en pie de guerra a los expertos linguisticos que afirman que su estructura es demasiado estricta como para ser algo inventado.
El profesor Rugg afirma

<< El texto generado por esta herramienta parece voynichés, pero en realidad no es más que jerigonza que no transmite ningún mensaje oculto. Este hallazgo no prueba que el manuscrito sea una burla, pero refuerza el rumor de que un aventurero inglés llamado Edward Kelley habría pergeñado todo el asunto para defraudar al crédulo Rodolfo II, ya que se dice que el emperador pagó la suma de 600 ducados por el libro —algo así como 50.000 dólares de hoy>>

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Barajando varias hipótesis lo estudió durante años sin llegar a ninguna conclusión definitiva.
La incógnita sigue, es un idioma inventado, es una farsa, es un código cifrado, una lengua desconocida …
Las últimas investigaciones nos llegan en 2014, en Inglaterra el profesor Bax, afirma haber descrifrado diez palabras de ese código. Experto en lenguaje medieval y conocdor de textos árabes, por comparación y después de arduos estudios, ha podido transcribir diez nombres propios de plantas como el cilantro (al lado de su correspondiente dibujo) y algunas estrellas como las pléyades. Para él significa un gran paso, y afirma que puede ser un tratado medieval de origen árabe o incluso asiático, pero que desde luego no es un engaño.
Pocos meses después, un ingeniero ruso afirma que las plantas que aparecen tienen su origen en Rusia, encontrando un sistema de señas antiguo que dice parecerse mucho al que aparece en el códice.

Una vez más el misterio continúa, y se sigue investigando para poder llegar a una conclusión lógica, de un manuscrito que lleva más de 500 años entre nosotros.

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