La semana pasada se veía el origen de la fiesta de los difuntos y las distintas costumbres que la envuelven. En el presente ensayo se va a profundizar en otros aspectos que se dejaron de lado.

1. La noche de los espíritus.

Samhain celta ha sido siempre una festividad que vincula el mundo de los vivos con el de los espíritus. Por ello se creía que no sólo los difuntos regresaban sino también los seres del mundo mágico. Estos seres no siempre eran beneficiosos para el hombre, lo que ha llevado a asociar la fiesta de los difuntos con seres malignos, como brujas o duendes y demonios. Las brujas, según las viejas tradiciones europeas, aumentan sus vuelos esta noche que da paso al invierno montadas sobre sus escobas o sobre sus gatos negros causando daño a todo aquel que se cruza en su camino. Hay dichos populares que muestran estas creencias:

“Ya llega Hallowe´en, ya llega

La brujería (o adivinación) se pondrá en marcha,

Las hadas irán a toda prisa,

Corriendo en cada desfiladero.

Niños, niñas, eviten los caminos.”

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Esta festividad está impregnada con el hechizo y el miedo. Las prácticas de adivinación, de las que se hablaba la semana pasada, eran una muestra de la relación entre la brujería y la fiesta de los difuntos. Hoy día, aunque el elemento lúdico sea el predominante, se la sigue considerando la noche de las brujas. De esta asociación viene la tradición de contar cuentos de miedo, de aparecidos en encrucijadas o de encuentros con hadas y elfos.

En algunos lugares las hogueras que se encendían este día tenían el propósito de mantener a estos seres lejos de las casas. En la isla de Man, otro país con gran tradición celta, la víspera de Todos los Santo se celebraba encendiendo fuegos cuyo objetivo era prevenir la influencia maléfica de las hadas y las brujas. Esta idea del fuego como elemento protector y purificador está muy extendida por los lugares de origen celta, la Queimada gallega con su Conxuro o las hogueras de la noche de San Juan tendrían idéntico fin, alejar los maleficios.

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Las brujas y hechiceras eran temidas por su poder, incluso antes de la entrada del cristianismo. Las hadas y elfos, sin embargo, no tienen siempre intenciones malvadas, en algunas de las historias prestan ayudan a los hombres. Pero, cuando estos fallan en alguna condición que les han dado, los objetos o beneficios desaparecen. Hay casos en los que las hadas pueden vengarse de los hombres.

2. Las leyendas de hadas en la noche de Samhain.

En el condado de Mayo, en Irlanda, se cuenta una historia que puede servir de ejemplo del poder de los seres invisibles. Se dice que esta zona vivía un hombre con su mujer, que tenían una hija ciega y eran muy pobres. La noche de Samhain, cuando el mundo de los muertos estaba en contacto con el de los vivos y cuando los “sidhs” (promontorios de las hadas de origen megalítico) estaban abiertos, salió el hombre a pasear. Casi nadie se aventuraba en esta noche fuera de casa, pero Paidin, como se llama este hombre, sentía todos los días la necesidad de pasear sin saber por qué.

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Cuando el pobre granjero pasaba cerca de una vieja iglesia empezó a sentir frío y quedó paralizado de miedo. Un fantasma salto desde un árbol a su lado. El muerto le aseguró que no le haría ningún daño, pero que debía acompañarlo a ver a la comitiva de las hadas, ya que se iba a jugar y necesitaban de un mortal. Paidin se agarró al fantasma y fueron saltando de árbol en árbol hasta llegar a la cima del Gran Neifin.

Al poco tiempo llegaron las hadas de Connaugth y luego las de Munster. Conviene señalar que estos son dos de los antiguos condados irlandeses. Los dos equipos se pusieron a jugar a la pelota en presencia del granjero y del fantasma, que hicieron de árbitros. La victoria se decidió a favor de las hadas de Connaugth, quedando para jugar de nuevo la víspera del primero de mayo, la otra festividad celta. En recompensa por haber mediado entre ellos las hadas le dieron dos bolsas de monedas de oro.

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El fantasma llevó de nuevo a Paidin a la iglesia y le enseñó cómo podía curar a su hija de la ceguera. También le entregó un puchero que le entregaría cualquier alimento que precisase sólo con golpearlo tres veces y pronunciando: “Alimento, bebida y gente de servicio”. Por último, el fantasma le advirtió que no dijera nada a nadie de lo que había visto ni de las maravillas que había obtenido o todo desaparecería.

Paidin pudo curar a su hija y se hizo pronto un hombre rico. Pero al no guardar el secreto del caldero éste le fue arrebatado. Esto suele ser un tópico en los cuentos y leyendas populares, la prohibición de hablar de ciertos regalos o maravillas que se han visto.

Otra tema clásico de la cultura celta es el del caldero mágico, que no sólo abastecía de comida, sino que era capaz de proporcionar sabiduría e, incluso, de resucitar a la gente. Este caldero sería similar a la cornu copia del mundo griego, que concede todo lo necesario a quien lo posee. Con la entrada del cristianismo el caldero celta se convertiría en el Santo Grial, que es descrito en los primeros textos, como un plato hondo.

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3. La historia de Jack.

Una de las leyendas más extendida de la noche de Halloween es la de Jack, quien deambula eternamente entre el cielo y el infierno. Según la historia, Jack se vanagloriaba de ser más inteligente que nadie. Una noche que había más de la cuenta reto, delante de sus amigos, al demostrar que más inteligente que el propio demonio. Todos en la taberna callaron ante estas palabras atemorizados. Pero Jack salió de allí con la cabeza alta. Fuera se encontró con un personaje alto que iba embozado en una capa oscura. Sintió miedo por primera vez, pero se sobrepuso y le preguntó al extraño que quién era y qué quería. Aquel hombre le contestó que era el demonio y había venido a responder al reto.

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A pesar del miedo Jack le invitó a la taberna, donde estuvieron bebiendo, jugando y hablando durante horas. Al final el demonio le dijo que se lo llevaría al infierno por su soberbia y orgullo. Entonces Jack le respondió que primero quería ver una muestra de sus poderes. Quería ver si se podía convertir en algo pequeño, como una moneda. El demonio picado en su propio orgullo se convirtió en moneda. Entonces Jack la tomó y se la metió en el bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. De esta forma el demonio no podía salir de ahí. Jack hizo un trato con el diablo. Le liberaría si no se presentaba ante él en un año.

Pasado el año el demonio regresó a buscar a Jack, pero esta vez sin partidas de cartas ni bebidas en la taberna. Sin embargo, el ladino Jack pidió un último deseo antes de partir hacia el infierno, una manzana de la parte más alta de un árbol cercano. El demonio se lo concedió trepando hasta la copa. En esto Jack garbó un crucifijo en el tronco impidiendo al diablo bajar del árbol. Llegaron, pues, a un nuevo acuerdo, en esta ocasión el demonio dejaría tranquilo al viejo jugador para siempre.

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Pero ocurrió que Jack murió al poco tiempo. Se dirigió primero al cielo, donde San Pedro le negó la entrada por su conducta altiva y su orgullo. Rechazado fue entonces al infierno, no pudiendo entrar ya que el pacto entre él y el demonio seguía vigente. Jack se vio condenado a vagar del cielo al infierno por toda la eternidad. Para alumbrarse el diablo le entregó un nabo hueco con un ascua del propio infierno. Posteriormente la historia sustituyo el nabo por una calabaza. Éste es uno de los relatos en los que se trata de explicar el origen de las linternas de la fiesta de difuntos. Tanto la manzana como la calabaza se recogen en las inmediaciones de esta festividad. De ahí que hayan quedado como símbolos de la misma.

La leyenda de Jack y el demonio tiene distintas versiones. Algunas afirman que el hombre se jugó a los dados o a las cartas su alma engañando en dos ocasiones al demonio. Otras, sin embargo, cuentan que el demonio cansado de las tretas de Jack le cortó la cabeza. Por ello las calabazas de Halloween tienen talladas sus facciones. Sea como sea este personaje goza de gran popularidad sobre todo en el mundo anglosajón, de donde proviene la leyenda. Además su fama creció al encarnar a uno de los personajes más conocidos del director Tim Burton, Jack Skeleton.

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Bibliografía:

Frazer, James G, (2011), La Rama dorada. Magia y religión, México, ed. Fondo de Cultura Económico.

Markale, Jean, (2002), Cuentos y leyendas de los países celtas, Noia, ed Toxosoutos.

Sainero, Ramón, (1985), Leyendas celtas en la literatura irlandesa, Madrid, ed. Akal.