A finales del siglo XIII Escocia estaba a punto de ser invadida por su mayor enemigo, Inglaterra. Sin embargo, cuando la derrota parecía inevitable, surgió de la nada un hombre que se convertiría en el mayor héroe de Escocia, William Wallace.

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Los escoceses no solo consideran a William Wallace su mejor guerrero sino también su mejor representante ya que encarna todo lo que significa ser escocés.

Pero volvamos a la batalla del puente de Stirling, que cambiaría el curso de la historia de Escocia. ¿Cómo fue posible que un ejército tan pequeño como el escocés derrotara de forma tan aplastante a uno tan poderoso como el inglés?

El 11 de septiembre de 1297 dos ejércitos se enfrentaban a lo largo de un valle. A un lado se encontraba el ejército de los ingleses, considerado hasta ese momento el mejor ejército de Europa de la mano del rey Eduardo I de Inglaterra y, al otro, los escoceses luchando por la independencia de su nación.

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Estos últimos se veían superados en número por cinco a uno y la victoria parecía clara a favor de los ingleses cuando un hombre surgió de la nada y se colocó al frente de los escoceses, es William Wallace.

Una de las claves de la gran victoria escocesa fue el conocimiento de William Wallace sobre el terreno, un valle dividido por el río Forth y sobre el cual cruzaba un puente de madera. El puente, conocido después como el famoso “Puente de Stirling”, apenas tenía anchura suficiente para que dos jinetes cruzaran a la vez. Los escoceses no tenían prisa por cruzar, y su estrategia era simplemente esperar a que fueran cruzando los ingleses.

Por otro lado, el número dos del ejército escocés, Andrew de Moray, que posteriormente perecería en la batalla, y sus jinetes se habían posicionado en uno de los flancos ingleses al otro lado del río.

Llegando el momento oportuno, William Wallace dio la orden de ataque. En primer lugar los arqueros apuntaron hacia los jinetes ingleses e, inmediatamente después, Moray apareció con sus jinetes para partir en dos la infantería inglesa y así aislar a los jinetes. A continuación era el turno de William Wallace y sus guerreros, los cuales corrieron furiosos hacia los jinetes aislados sobre el puente y, con sus lanzas (en Escocia son conocidas como schiltroms), acabaron con ellos.

El líder inglés John de Warenne, VII conde de Surrey, viendo que los escoceses les ganaban con holgura, envió refuerzos, provocando que el puente cediera y se desplomara llevándose consigo a cientos de ingleses que perecieron ahogados en las aguas del río Forth.

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La idea de William Wallace de luchar en ese paraje fue un triunfo. Ese día los escoceses ganaron una batalla pero también ridiculizaron a su peor enemigo, Inglaterra.

Roberto I de Escocia ungió con el título de Lord protector de los designios de Escocia al mayor guerrero que haya tenido Escocia en su historia, William Wallace, conocido también, como el “Guardián de Escocia”.