A principios del siglo xix nacen en Inglaterra las hermanas Brönte, Anne, Emily y Charlotte, unas de las escritoras femeninas más conocidas. Sus novelas representan junto con las de Jane Austen la lucha de la mujer por abrirse camino en lo que era considerado un trabajo para hombres. Si bien es cierto que ya se dado casos de mujeres escritoras, como St Teresa de Jesús, se seguía pensando que no era propio de ellas. Tanto es así que las primeras publicaciones de etas jóvenes iban con un seudónimo masculino.

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Las tres hermanas fueron fruto del matrimonio de Patrick Brönte y Maria Branwell. La muerte estuvo presente en sus vidas desde la infancia. Las dos hermanas mayores, María y Elisabeth, murieron de tuberculosis contraída por las malas condiciones del internado en el que estudiaban. El ambiente de estos colegios para niñas fue recogido en algunos de los escritos de sus hermanas. En Jane Eyre de Charlotte se muestra las dificultades de la vida en estos centros y la dura disciplina protestante.

En un principio la gran esperanza de la familia era el único hijo varón, Patrick Branwell Brönte. Sin embargo, fue un artista fracasado y acabo su vida alcoholizado. Fueron sus hermanas las que lograrían la fama y la inmortalidad por sus obras. Los niños Brönte crecieron en un ambiente culto y animado por frecuentes lecturas. Pronto crearon historias y leyendas protagonizadas por héroes y heroínas. Su existencia en ese rincón de Inglaterra con el mal tiempo y el aislamiento se vio amenizado por esos juegos infantiles, que ya anunciaba la precocidad de las niñas.

En sus obras ya de adultas se ve ese mundo imaginario y romántico, que tejieron en su infancia en la casa parroquial donde crecieron. En realidad, pasaron casi toda su vida en esa vivienda de Haworth y a la lumbre de su fuego vieron la luz Jane Eyre y Cumbres borrascosas.

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 Estas novelas profundizan en personajes femeninos fuertes y cultos que se levantan frente a un mundo hostil. En realidad, sus protagonistas femeninos, como los de Jane Austen, demuestran más determinación y valentía que muchos de los personajes de películas actuales. En el Diario de Bridget Jones, adaptación libre de la novela de Jane Austen Orgullo y Prejuicio, la protagonista ha perdido toda la rebeldía de la obra original y busca adaptarse a los convencionalismos sociales. Esto choca con la voz de Jane Eyre o de las hermanas Bennet, que ya anunciaba el feminismo.

El alma humana es vista como un campo de batalla, lleno de inquietudes, sombras y secretos, pero también de fuerza y vigor. Los paisajes cobran una importancia capital. Se muestra una Inglaterra llena de niebla, sombras y también belleza, metáfora clara de la personalidad del hombre. Los personajes actúan movidos por sus sentimientos, en muchos casos ocultos o reprimidos por la presión social. En muchas ocasiones se bordea la locura, la oscuridad que late en el fondo del corazón humano.

De las tres hermanas Charlotte, la autora de Jane Eyre, sería la que viviría más tiempo llegando a los treinta y nueve años. Escribió sus primeras obras bajo el seudónimo de Currer Bell. Posteriormente dio a conocer, junto con sus hermanas, su verdadera identidad.

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Se dice que estuvo enamorada de Constantin Heger, director junto a su mujer de una escuela en Bruselas, a donde acudieron Charlotte y Emily. Las dos hermanas destacarían en estos cursos, lo que les permitió quedarse en el colegio como profesoras. Tras la muerte de su tía ambas hermanas regresaron a Inglaterra para ocuparse de la casa. Emily se quedó en su tierra natal, mientras que Charlotte volvió a Bruselas a seguir enseñando junto su querido e idealizado profesor. Pero al no verse correspondida decidió viajar de nuevo a Haworth.

En este tiempo su padre perdió la vista y tuvo que ocuparse de él. Durante la operación y convalecencia de su progenitor Charlotte escribió su obra más conocido, Jane Eyre. En esta novela recoge sus experiencias en el colegio, donde sus hermanas encontraron la muerte, y también su amor secreto por Constantin Heger. La crítica social de la obra se mezcla con cierto romanticismo. El castillo que esconde un secreto es deudor de la novela gótica y romántica, que las hermanas Brönte conocían.

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Charlotte pidió consejo a Robert Southey, poeta romántico conocido. Pero éste le recomendó que no siguiera escribiendo, a pesar de que reconoce que sus escritos son buenos. Robert participó de los prejuicios de su época sobre el papel de las mujeres. Sin embargo, el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar. Las obras de Southey apenas han pasado a la posteridad, mientras que las obras de las tres hermanas son mundialmente conocidas e incluso han sido adaptadas varias veces al cine.

Charlotte no se dejó desanimar mucho tiempo por la recomendación de este ilustre escritor. A raíz del encuentro casual de unos poemas de su hermana Emily se da cuenta de su brillantez. Ella misma describe años después su sorpresa ante los textos de su hermana: “su canto era algo singular- salvaje, melancólico y llevándola a la elevación.” Sin embargo, Emily, cuyo carácter era muy fuerte, tomó esta incursión en su privacidad como una ofensa. Charlotte tardó horas en apaciguar su enfado y días en convencerla de publicarlo.

Tras varias pesquisas consiguieron publicar un compendio de poemas, Anne con veintiuno, Emily con diecinueve y el resto de Charlotte. El libro fue publicado en 1846 con los seudónimos de Currer para Charlotte, Ellis para Emily y Acton para Anne, y el apellido Bell. Esta primera obra no obtiene mucha fama, pero les abre al mundo. Un año después sale Jane Eyre de Charlotte, Cumbres borrascosas de Emily y Agnes Grey de Anne. La obra de Jane Eyre fue la que más costó publicar, ya que la devolvieron varios editores antes de ver la luz con Smith, Elder & Co.

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Las tres novelas tuvieron buena acogida. Sin embargo, Cumbres borrascosas fue criticado por la singularidad de su protagonista. Se dijo que el autor era claramente un hombre sin fe ni ley. Llamó la atención la violencia y la apariencia de inmoralidad. Una acogida similar sufrió Agnes Grey. Se las consideró obras que van en contra de la moral y las costumbres. Jane Eyre fue la que obtiene mayor éxito.

Ante este éxito Charlotte se decidió a romper el anonimato. Junto con Anne se dirigió a Londres para mostrar su auténtica identidad a Smith, Elder & Co. Los editores quedaron muy sorprendidos al encontrarse con las dos hermanas, pero se sobrepuso a esta primera impresión y reconoció el talento de las escritoras. Esto supuso el primer paso desde su casa parroquial hacia el mundo. A partir de ahí Charlotte viajó por Europa y conoció muchos escritores e intelectuales de la época, que reconocieron su ora y la de sus hermanas.

Años después le pidió matrimonio un vicario de Haworth, Arthur Bell Nicholls. En un principio Charlotte lo rechazó, ya que lo encontró, como a todos los vicarios, rígido y estrecho de mente. Su padre tampoco vio con buenos ojos este matrimonio. A pesar de ello la joven acabó aceptando y contrayendo matrimonio con él. Sin embargo, no pareció disfrutar de su vida de esposa, como confesó a una amiga suya. Murió un año después de lo que se pensó, en un principio, que podría tratarse de tuberculosis. Hoy día se cree que pudo haber sido a causa de un embarazo que acabo mal.

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Charlotte fue la más famosa de las tres hermanas. Emily no escribió por buscar la notoriedad, sino por satisfacer un impulso interno. Era, según se la ha descrito, salvaje e independiente. Amaba los páramos y los paisajes brumosos de Inglaterra. Quizá tenía un carácter más distante que el de sus hermanas, rechazando las convenciones sociales y la etiqueta. El amor a la naturaleza se ve en su obra más conocida, Cumbres borrascosas, donde el paisaje es un personaje más de la novela.

Estas tres hermanas rompieron con las normas de su época metiéndose en un mundo de hombres desde el salón de su casa parroquial de Haworth. Su voz aún se oye hoy día, sus personajes, como ellas mismas, son almas rebeldes que no se dejaron avasallar por un ambiente rígido y masculino.

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Bibliografía:

Llopis, Raphael, (2013), Historia natural de los cuentos de miedo, Madrid, ed. Fuentetaja.

Stefan Bolmann, (2006), Las mujeres que escriben también son peligrosas, Madrid, ed. Maeva.