La peste que destruyó el Imperio Romano, un misterio escondido durante siglos, ha sido recientemente descubierta por los expertos. Una plaga que termino por convertirse en trampa mortal para miles de personas, conocida como plaga de Justiniano. Pero, a pesar del descubrimiento, continúa sin respuesta el motivo de la desaparición repentina de esta plaga.

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Durante los años 541-543 A.D. en Constantinopla lo que comenzó como un brote epidémico, pronto se transformó en una enfermedad nueva, pero desconocida de la época. Avanzaba llevándose la vida de las personas más jóvenes, elevando en una semana las víctimas y de 5000 muertos pasaba a 10.000 en un día. Esta peste se extendió por todas partes, convirtiéndose en la pandemia más increíble de la historia de la humanidad, con 40 a 60 millones de seres humanos muertos en el mundo.

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Fue conocida como Plaga de Justiniano, porque arrasó con el Imperio, desde aquellos años no se había descubierto el patógeno, que causaba tal enfermedad. Se pensaba entonces, que esta misteriosa muerte era la que ocasionaba la peste negra y que azotó a todo el mundo durante la edad media. Pero en todo el planeta, hubo una tercera gran peste en el siglo XIX, que se cobró la vida de miles de personas, manteniendo éste enigma. Un desastre que se inició en Constantinopla y que queda resuelto, con el descubrimiento del genoma completo del patógeno, pero que deja otras cuestiones sin zanjar.

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Las características de esta extraña bacteria producía síntomas tales como: fiebre alta, dolores musculares y de cabeza, escalofríos y ganglios infectados. No era un proceso común de infección, sino que contagiaba hasta provocar la muerte. La forma de extenderse fue a través de las ratas que viajaban en los barcos, pero también de las pulgas que portaban las personas. Los cambios climáticos aumentaban las posibilidades de desarrollo de la enfermedad, en especial las bajas temperaturas. Este microorganismo fue conocido entonces como la peste bubónica, llamado así por los bubones (inflamación del ganglio linfático), fiebres, ojos sanguinolentos, entre otras manifestaciones. Una imparable dolencia que afectó también al Papa Pelagio II, cobrándose su vida.

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Después de 1.500 años de la caída del Imperio Romano, se puede responder a la pregunta más misteriosa de todos los tiempos. Con el estudio realizado a dos cadáveres del cementerio situado en Alemania, se han encontrado las claves buscadas por tanto tiempo. Con el examen de los dientes, se ha descubierto en el ADN la bacteria de la enfermedad. Se ha podido llegar a la conclusión de que la variante llamada “yersinia pestis”, no ha producido la peste negra y que su origen no estaba en África. Los científicos de la Universidad de McMaster, en Canadá, han desvelado el genoma más antiguo de la historia y al respecto el equipo de investigadores ha comentado: “Nuestro estudio proporciona nuevos datos, sobre una de las epidemias más devastadoras de la Historia y también sobre la forma en la que se extienden las plagas”.

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Con éste descubrimiento queda demostrado que el conocido historiador Procopio, se había equivocado al describir el origen de la peste en sus crónicas, diciendo: “Empezó con los egipcios de la ciudad de Pelusium. Se dividió y parte fue a Alejandría y el resto de Egipto y otra parte fue a sus vecinos los palestinos y, desde allí, recorrió toda la Tierra”. Los nuevos análisis han revelado, que se originó en África y no en Asia, como relataba el historiador de la época. Esta plaga que se extendió desde Europa, pudo haber arrasado con la humanidad en aquellos años, por la falta de medicamentos y medidas sanitarias. Extrañamente Justiniano sobrevivió a esta muerte segura y no pudo haber sido él quien pusiera su nombre a esta peste.

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Basándose en estos datos, se puede temer que el mundo viva nuevamente otra pandemia de estas dimensiones en el siglo XXI. Sobre este supuesto el eminente investigador David Wagner responde: “Si la peste de Justiniano pudo irrumpir en la población, causar una descomunal pandemia y después morir, esto sugiere que podría pasar otra vez”. Prosigue diciendo; “Afortunadamente, ahora tenemos antibióticos que podrían tratar la peste de forma efectiva, lo que reduciría las posibilidades de una nueva pandemia”. Lo enigmático de esta plaga, se refiere al porqué de su desaparición repentina, que aún no tiene respuesta.

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