Acostumbrados a escuchar o pronunciar frases en nuestras conversaciones de cada día, a veces no nos paramos a pensar que detrás de ellas hay un significado, a menudo asociado con un hecho histórico.
Es lo que ocurre con la expresión “los últimos de Filipinas”, que utilizamos muchas veces para referirnos a los últimos que se van de un lugar, o los últimos que llegan, etc.

Pero ¿De dónde viene esta frase? ¿Quiénes fueron los últimos de Filipinas?

Para poder darle sentido y entenderlo, debemos remontarnos a finales del S.XIX., a la crisis del 98 y al comienzo de la guerra entre España y EEUU, llamada por los españoles la guerra de Cuba, o el desastre del 98.

La Guerra de Cuba

En el S.XIX, España estaba en decadencia. Perdía territorios a marchas forzadas desde siglos atrás, la que fuera dueña de medio mundo poco a poco lo iba perdiendo todo. Le quedaban unas cuantas colonias, ansiadas por muchos: Puerto Rico, Cuba, Filipinas, las islas Carolinas …

Por otra parte, desde el S.XVIII, la nación estadounidense no paraba de crecer, de conquistar y de comprar territorios que le convenían.

Entre éstos, la isla de Cuba les ofrecía máximo interés para su expansión territorial: un lugar rico en materias primas (sobre todo azúcar) y muy cerca de sus costas, concretamente de la de Florida.

Tras varios intentos por comprársela a la corona de España, buscaban un pretexto para poder arrebatársela.
No eran ajenos a estas disputas los ciudadanos cubanos, que ellos mismos se levantaron en armas para intentar proclamar su independencia, pues el sentimiento nacionalista ya llevaba sublevado desde años atrás.

Cuba pide ayuda a EEUU para su causa, y el país se decide a intervenir.
Manda a las costas de la isla un acorazado, el Maine.
En la noche del 15 de febrero, el Maine, explota y se hunde en la bahía de La Habana, este sería el principio del fin.
EEUU acusaría a España -a pesar de que no se llegó a investigar la causa- de ser la culpable de dicho desastre en el que murieron más de 200 hombres.

Hundimiento del Maine

Hundimiento del Maine

Tenía así, por fin, EEUU una excusa para emprender una guerra contra el decadente imperio español que tanto le importunaba.

Pretendían así hacerse con Cuba, Filipinas y Puerto Rico.
Efectivamente, la guerra duró poco, ya que con dos ofensivas bien planificadas, una en Santiago, otra en Manila, y unas infraestructuras a la última, en contraposición con lo obsoleto de la marina española en aquellos tiempos, lograrían sus cometidos y España firmaría la Paz de París en diciembre de 1898 por la que España cedía Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam, y Cuba alcanzaría su independencia, aunque siempre bajo la protección estadounidense.

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Filipinas. El sitio de Baler

Mientras los acontecimientos citados sobre estas líneas sucedían en la isla de Cuba, otros del mismo tipo se desarrollaban en una de las islas más importantes del océano Pacífico: Filipinas.
El caso era parecido, los filipinos aspiraban a ser independientes, comenzando las primeras insurgentes a mediados del S.XIX.

Pero a finales de éste, se iniciará una rebelión a manos de Andrés Bonifacio, que formaría la sociedad secreta llamada Katipunan que comenzaría la rebelión en 1896; uno de sus miembros, Emilio Aguinaldo, decide ir por libre y expulsa a Bonifacio declarándose jefe. Emilio Aguinaldo sería, años más tarde, el primer presidente de la República de Filipinas.

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Emilio Aguinaldo

Comenzada la guerra, los hombres de Aguinaldo intensifican duramente sus ataques a los españoles, atacando sus plazas más fuertes.
Uno de los lugares es el pueblo de Baler, cerca de Manila.

España contaba en esos momentos con 28000 soldados en el archipiélago, que cada vez se hacían más insuficientes en comparación con todos los que iba reclutando Aguinaldo, que era además, ayudado por EEUU.
Porque a EEUU también le interesaba Filipinas, como plaza estratégica para controlar el pacífico y porque, entre otras cosas, tenía unos magníficos recursos, entre ellos el carbón

En el año 1898, una vez EEUU nos había hecho perder Cuba, los soldados y la ofensiva se trasladan a la zona, donde en hora y media, España es derrotada en Cavite.

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Baler era una pequeña población situada en la Isla de Luzón, en el Distrito Príncipe. Cercana a la playa, contaba tan solo con unas pocas casas y una iglesia.
Es en este lugar, donde toma forma la frase con la que encabezamos este artículo, donde resistirán los últimos soldados españoles en Filipinas.

La isla solía tener una pequeña presencia de la guardia española, suficiente para mantener todo en calma; pero ante el desarrollo de los acontecimientos, se decide mandar refuerzos.
Los primeros hombres que llegaron, 50, estaban capitaneados por el teniente Mota. Pero enseguida fueron perseguidos por los filipinos y asesinados. El teniente Mota, que se negaba a entregarse, acabó suicidándose.

Inmediatamente fueron reemplazados, desde Manila se envió un barco en febrero de 1898, con provisiones para cuatro meses, y 50 hombres, capitaneados por Enrique de las Morenas, que pertenecían al 2º Batallón de Cazadores, y en que viajaban también los tenientes Juan Alonso Zayas y Saturnino Martín Cerezo, además del médico Rogelio Vigil de Quiñones, y del resto de soldados. En total 54.

Vigil de Quiñones, Martín Cerezo y su asistente. 1899

Vigil de Quiñones, Martín Cerezo y su asistente. 1899

En ese momento, comenzaba también la guerra de Cuba.
En abril del mismo año, ya habían caído casi todos los puestos españoles, aunque Baler seguía resistiendo, hasta quedar aislada y sin posibilidad de recibir ningún tipo de noticias. Sin embargo el pueblo parecía estar tranquilo. Las últimas noticias que había recibido fueron las del desastre de Cavite.

El 27 de junio el pueblo estaba desierto, ya desde hace días la gente iba huyendo temiedo un ataque inminente.
El 30 de junio deciden refugiarse en la iglesia del pueblo, donde tenían sus armas y sus provisiones. Allí, atrincherados, deciden resistir hasta que les lleguen nuevos refuerzos o salgan vencedores.

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La Iglesia de Baler, fue preparada para la ocasión: se construyó un pozo, se tapiaron los muros, se hicieron servicios y en el exterior un pequeño huerto. Se reunieron provisiones. Se construyeron fosos alrededor de la iglesia que hacían de trincheras para protegerse del enemigo.

Tenemos según documentación de la época la lista de alimentos con los que contaban en el momento de atrincherarse en la iglesia:
Raciones de campaña, 7500; sacos con 500 kg de garbanzos, 20; cajas con 440 ídem de tocino, 22; sacos con 375 ídem de habichuelas, 15; cajas con 5.000 latas de sardinas, 50; cajas con 75 litros de aceite de oliva, 2; sacos con 500 kilos de arroz de 1ª, 20; latas con 75 ídem de café, 5; cajas de 161 ídem de azúcar, 7; cajas de 50 raciones de galletas equivalentes a 2.500 raciones, 50; Saquetes con 2.507 kg de harina, 109.

Sin embargo les faltaba el agua potable y la sal, con la que se conservan los alimentos.

El 1 de julio, se producen los primeros disparos, de un asedio que duraría 337 largos días. Casi un año encerrados entre los muros de una pequeña iglesia húmeda e incómoda.

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Los enemigos filipinos estaban capitaneados por Teodorico Luna Novicio, que manda construir sus propias zanjas alrededor de la iglesia para evitar que huyan los españoles.

Los filipinos, mandaban mensajes a los encerrados contándoles que España había caído, que se había retirado ya, que eran los últimos que quedaban en las colonias.

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Pero no les creyeron, pensando que era una trampa para hacerlos rendir, siguieron pues, resistiendo.
Esos primeros días, soldados españoles salían en parejas al pueblo y destruían las casas de alrededor de la iglesia para que no sirvieran de refugio a sus enemigos.

El 18 de julio, y cansados de diálogos, los filipinos mandan un ultimátum de 24 horas para que depusieran las armas y abandonasen el lugar, o no se haría responsables de lo que pudiese pasar.
Los españoles responden lo siguiente:

<<Nos une la determinación de cumplir con nuestro deber, y deberás comprender que si tomas posesión de la iglesia, será solamente cuando no haya nada en ella más que los cuerpos muertos. La muerte es preferible a la deshonra>>

Al día siguiente la iglesia fue tiroteada, pero sus habitantes no se amilanaban.
Fueron atacados varias veces, incluso los intentaban coger por sorpresa pero no había manera de acabar con ellos

Pero a pesar de la fuerza y la resistencia de las tropas hispanas, los problemas venían por otra parte. Vivir durante tanto tiempo en un sitio poco ventilado, y con falta de alimentos pronto generó enfermedades.

La más importante y que causó más bajas fue el beri- beri, enfermedad que se caracteriza por la falta de vitamina B1, que afecta al corazón y al sistema nervioso y motor, poco a poco las extremidades se entumecen e hinchan, y se van paralizando, hasta llegar a los órganos haciendo que se colapsen.

La disenteria también haría su aparición, enfermedad infecciosa que produce fiebres, diarrea, úlceras…
La escasez de alimentos es cada vez más evidente y los soldados van cayendo enfermos. Todo vale para comer, lagartijas, cuervos, ratas …

Poco a poco van muriendo varios soldados y acaba muriendo el capitán Enrique de la Morenas y el teniente Zayas, quedando al frente, Martín cerezo.
El gobierno filipino seguía mandando misivas en las que los invitaba a rendirse, e incluso bombardearon la iglesia que resistió gracias a sus antiguos y gruesos muros de piedra.

Insurgentes filipinos en Baler

Insurgentes filipinos en Baler

Las navidades fueron un momento duro, solos, sin apenas alimentos y encerrados en ese pequeño edificio.
Los filipinos les ofrecían comida a cambio de su rendición e incluso hicieron pasear a mujeres desnudas por fuera de la iglesia para tentarlos, hacerlos salir y matarlos.
El 13 de abril de 1899 EEUU manda un cañonero al mando del almirante Dewey, para intentar salvar y evacuar al contingente español.

Por la noche iluminan la iglesia , pensando el teniente cerezo que por fin, llegan los refuerzos que tanto anhelaban.

Sin embargo al desembarcar, fracasan y son aniquilados.
Cerezo le traslada la noticia a sus hombres y siguen con el encierro.
El 29 de mayo llega otro barco, el Uranus, y con él, el Jefe mayor de la Defensa, Cristóbal de Aguilar y Castañeda, que se acerca para hablar con Martín Cerezo, portando una bandera española. Como siempre, el teniente desconfía, y cree de nuevo que es una estrategia del enemigo para desalojarlos.

El Coronel Aguilar en Baler

El Coronel Aguilar en Baler

Finalmente cede, y al ver la bandera española, y no la blanca que solían utilizar los filipinos, se entrevista con él.
Le cuenta que lo envían de España para que regresasen, que Filipinas ya no era colonia española.
No convence a Cerezo, piensa que es un desertor o alguien contratado para engañarle.

La última baza de Aguilar fue, enseñarle unos periódicos españoles en los que se relataba lo sucedido. Éstos por fin, acercaron a Cerezo a la realidad, teniendo que asumir los acontecimientos.
Orgulloso de haber defendido su posición, negocia un final con los filipinos, en los que los españoles saldrían honradamente de la iglesia, cesando por ambas partes las hostilidades.

El 2 de junio de 1899, la bandera española es retirada y en su lugar se pone la blanca. 337 días habían resistido.
Salieron de la iglesia portando sus armas, que entregarían más adelante, con honor, y sin ser humillados. Se habían convertido en héroes.

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Solo quedaban 33 soldados y 2 frailes. 17 habían muerto, 6 se habían escapado (desertando) y 2 habían sido fusilados por el enemigo.
El 30 de junio, el primer presidente de la República de Filipinas, Aguinaldo publicaría el siguiente bando:

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Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del ejército de esta República que bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario de Guerra y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo a disponer lo siguiente:
Artículo Único. Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino, por el contrario, como amigos, y en consecuencia se les proveerá por la Capitanía General de los pases necesarios para que puedan regresar a su país. Dado en Tarlak a 30 de junio de 1899

Los soldados llegaron a Barcelona el 1 de septiembre de 1899, el teniente Cerezo fue condecorado con la Laureada de San Fernando siguió su prometedora carrera militar.

Más tarde escribiría un libro sobre todo lo sucedido en Baler ( El sitio de Baler, notas y recuerdos).

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Las esposas de los fallecidos de las Morenas y Fossi se le concedió una buena pensión anual.
A los soldados el estado les dio una cantidad irrisoria de dinero, muriendo algunos como mendigos, y llegando otros a la guerra civil, incluso siendo víctimas de ésta.