Tan bella como inteligente, Aspasia de Mileto fue una mujer destacada en su época, amiga de grandes filósofos y amante de Pericles, centró su vida en Atenas donde fue acusada de varios delitos por los que fue duramente juzgada.
Aspasia nació ca. 470 a.C. en Mileto en Asia menor.
De su vida allí, antes de trasladarse a Atenas tenemos pocos datos, pero concisos.
Su padre, Axíoco, era un hombre adinerado, por lo que su hija recibió una perfecta educación a todos los niveles.
Aspasia gustaba de leer obras de poesía y filosóficas, teniendo gran admiración por Pitágoras.
A medida que pasaban los años crecía tanto su inteligencia como su belleza, siendo una mujer muy admirada en su ciudad natal, donde parece ser que además regentaba un burdel.
Allí escucha hablar de la ciudad de Atenas, como la más cosmopolita de la época, donde además existían las heteras, mujeres que ganaban mucho dinero haciendo compañía a los hombres de clase alta, que eran además cultas y gozaban de libertad, y que, por supuesto, podían ganar una suma grande de dinero con ese trabajo.
Los datos que tenemos nos han llegado a través de biografías.
Aspasia llega a Atenas con apenas 20 años y enseguida se hace popular entre los hombres, pero quizás, más por su capacidad intelectual, que por su belleza, aunque ésta era innegable.
En su casa, convertida en escuela de filosofía para jóvenes, se reunían los filósofos más importantes del momento, incluido el propio Sócrates, que destaca de ella su gran capacidad de oratoria. Jenofonte también frecuentaba su casa, e incluso se dice que Platón basó su personaje de Diotima en El banquete, en esta mujer.
Sintiendo curiosidad por esta mujer, Pericles, el hombre fuerte de Atenas, decide un día visitarla, y parece ser que el flechazo fue inmediato. Cae perdidamente enamorado de ella. Pericles le doblaba la edad y estaba casado con Hipónice, con la que tenía dos hijos.
Decide pues, divorciarse para vivir su amor con Aspasia.
Ésto, generó un escándalo entre los atenienses, porque se da la circunstancia, que poco tiempo antes, ante la preocupación de los aristócratas de la cantidad de matrimonios entre hombres de su condición, y mujeres de condición más baja, después de varias peticiones, Pericles decide prohibir los matrimonios que no fuesen entre iguales en clase social.
Divorciarse de su mujer y casarse con Aspasia, sería incumplir su propia ley; así que no se casaron, pero igualmente se fue a vivir con ella.
Llegan a tener incluso un hijo, Pericles, llamado el joven, para diferenciarlo de su padre. Gustaban de celebrar fiestas consideradas las mejores de Atenas.
Pero muchos son los que decían que al amor cegaba a Pericles, y que gobernaba Grecia al antojo de Aspasia; es por esto, que ambos se vieron implicados en intrigas políticas y en decisiones de estado en las que ambos fueron criticados.
Vivió los conflictos previos a que estallase la Guerra del Peloponeso, primero con la Guerra de Samos (440 a.C.)
Mileto, ciudad originaria de Aspasia, estaba en guerra con Samos y pidió ayuda a Atenas. Ambas se disputaban la ciudad de Priene.
Los atenienses resuelven que lo mejor será que ambas ciudades detengan la guerra, y ellos juzgarán imparcialmente.
Pero Pericles, decide enviar una expedición a la isla de Samos, para atcarla, lo que causó la muerte de muchos soldados griegos.
El pueblo se enfadó y echaron la culpa a Aspasia, pues dijeron que Pericles sólo lo había hecho para complacerla, puesto que era la ciudad de su nacimiento en la cual vivía su familia.
Plutarco lo deja claro (Vidas paralelas, Pericles XXV):
“Achácase, pues, a Pericles que esta guerra contra los de Samo la hizo decretar en favor de los Milesios, a ruegos de Aspasia. Estaban en guerra estas ciudades por Priena, y vencedores los Samios, intimándoles los Atenienses que se apartaran de la guerra y unos y otros se sometieran a su decisión, no quisieron obedecer. Por tanto, marchando allá Pericles, deshizo la oligarquía que tenía el mando en Samo, y tomando cincuenta de los principales en rehenes, y otros tantos jóvenes, los remitió a Lemno. Dícese que cada uno de los rehenes le dio de por sí un talento, y otros muchos todos los que no querían que en la ciudad se estableciese la democracia. También el persa Pisutnes, que estaba en buena amistad con los Samios, le envió diez mil áureos, intercediendo por la ciudad; pero Pericles nada quiso recibir, sino que trató a los Samios como lo tenía resuelto, y estableciendo la democracia, dio la vuelta a Atenas. Rebeláronse los Samios inmediatamente; Pisutnes robó los rehenes, y empezaron a hacer disposiciones para la guerra. Tuvo otra vez Pericles que dirigirse contra ellos, que no estaban ociosos ni abatidos, sino muy alentados y resueltos a disputarle el mar. Trabóse un terrible combate sobre una isla llamada Tragia, y Pericles alcanzó de ellos una ilustre victoria con cuarenta y cuatro naves, destrozando setenta de los enemigos, veinte de las cuales tenían tropas a bordo”
Los enemigos políticos crecían cada vez más y tuvieron que ser juzgados ambos por corrupción, impiedad y otros tantos delitos, de los que salieron impunes.
Aspasia,además, fue acusada de corromper a las mujeres atenienses, y llevada a juicio ante un tribunal con 1500 personas, salió también impune pero trajo varias consecuencias, como la condena a muerte de varios de los amigos de la filósofa, como el escultor Fidias.
Poco después estalla la Guerra del Peloponeso, y Aspasia es incluso acusada de provocarla.
En este caso el centro es la ciudad de Megara. Esta ciudad, ya no era fiel a Atenas, y se prohibía el comercio con ella, Megara pidió ayuda a la Liga de Peloponeso, y eso hizo que estallase la guerra; sin embargo, las malas lenguas de la época lo atribuyen a otro capricho de Aspasia, pues tres heteras de su casa habían sido secuestradas por habitantes de Megara, y pidió ayuda a Pericles, para que se vengara.
En el año 429, los hijos que Pericles había tenido con su primera mujer mueren debido a la peste, de la que él mismo se contagia.
Antes de morir, cambia las leyes, pues solo se consideraban atenieneses a los vástagos de los cuales ambos miembros fuesen originarios de la ciudad; esto provocaría que el hijo que tuvo con Aspasia, Pericles el joven, no podría ser su heredero, cambia pues su propia ley para dejar un buen futuro al fruto de su unión con Aspasia.
A la muerte de Pericles, Aspasia se vuelve a casar al poco tiempo, con Lisicles, un comerciante que no tenía muy buena fama, y que también fue militar, y ambos tuvieron un hijo, Poristes. A los los años del matrimonio, él fallece.
Después de esto, poco sabemos de la vida de Aspasia, se retiró al campo donde fundó una academia para mujeres a las que transmitió conocimientos y sabiduría, y murió posiblemente hacia le año 400.
Se dice que fue la mujer más importante de la Grecia Clásica, que después de Pericles, no volvió a ser la gran capital que era.
Aspasia, fue una mujer que contribuyó en gran medida a la vida cultural de Atenas, conocía la física y la astronomía, y dominaba como nadie la retórica rodeándose de los intelectuales más notorios de la época. Ayuda a Pericles a escribir sus discursos.
Parece ser que además, dominada aspectos de la medicina, sobre todo de la obstetricia, siendo experta en partos y post partos.
Aportó además ideas políticas y de estado, pero quizás la historia no ha sabido reconocerla como se merece.
Sócrates habla de ella en su obra Menéxeno, donde deja claro que ella fue su maestra:
MEN. – ¿Acaso crees que tú mismo serías capaz de hablar, si fuera preciso y la elección del Consejo recayera en ti?
SÓC. – En efecto, Menéxeno, nada de extraño tiene que yo también sea capaz de hablar, pues casualmente tengo por maestra a una mujer muy experta en la retórica, que precisamente ha formado a muchos otros excelentes oradores y a uno en particular, que sobresale entre los de Grecia, Pericles, hijo de Jantipo.
MEN. – ¿Quién es ella? Es evidente que te refieres a Aspasia21, ¿no?
SÓC. – A ella me refiero y a Conno22, el hijo de Metrobio. Ellos son mis dos maestros, el uno de música, la otra de retórica. No es nada extraño que un hombre educado así, sea hábil en el hablar. Pero, incluso, cualquiera que haya recibido una educación inferior a la mía, instruido en la música por Lampro23 y en la retórica por Antifonte de Ramnuntio24, sería igualmente capaz, alabando a los atenienses ante los atenienses, de obtener renombre.
Y más adelante en la misma obra:
MEN. – ¿Y podrías recordar lo que decía Aspasia?
SÓC. – Si no pudiera, me sentiría culpable. Lo aprendía de ella y poco faltó para que me golpeara porque me flaqueaba la memoria.
MEN. –¿Por qué, pues, no me lo expones?
SÓC. -Pero que no vaya a enojarse conmigo mi preceptora, si divulgo su discurso.
MEN. – No tengas cuidado, Sócrates, y habla. Mucho me complacerás, ya sea que quieras contarme el discurso de Aspasia, o de cualquier otro. Habla solamente.
En los dos fragmentos SÓC es Sócrates y MEN Menéxeno.
Posteriormente fue objeto de inspiración de artistas, y de escritores, siendo el último Julio Medem, que escribió una novela histórica sobre ella y su biografía.
Una mujer sin duda, digna de admiración.