Sonia Delaunay fue una mujer sin precedentes, volcada en un mundo difícil para el género femenino, destacó en el arte como ninguna otra lo había hecho hasta ese momento.

Su mundo, ligado siempre de cerca al de su marido Robert, haría de ella la mujer excepcional que hoy conocemos, o que quizás, desconocemos por completo.

Sonia, nació en Odessa (Ucrania) en 1885, (aunque algunas biografías señalan Kiev como lugar de origen) con el nombre de Sara Stern y fue criada por su tío, Henry Terk en San Petersburgo.
Henry Terk era abogado y coleccionista de arte, por lo que creció en un ambiente cultural exquisito, conociendo museos y viajando, rodeada de libros, aprendió a hablar varios idiomas.
Sus primeros coqueteos con el arte viene de la mano de Max Liebermann, con él se traslada a la ciudad alemana de Karlsruhe para conocer el mundo de la pintura.
Cuando tuvo edad, se instala en París, donde estudiará pintura en La Palette, una de las mejores academias de la capital francesa.

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El arte era su vocación y su sueño pintar.
Entonces París era una de las capitales más modernas y por sus bulliciosas calles comenzaban a escucharse los ecos de las vanguardias.
Corría el año 1905, y sus primeras influencias las toma de Gauguin y Van Gogh, y también de los fauvistas, mientras trata de experimentar buscando su propio estilo.
Su biografía es apasionante e intensa, fue una mujer adelantada a su tiempo que supo aprovechar cada momento vivido. No podemos pasar por alto que se convirtió en la primera mujer viva en tener una restrospectiva en el Museo del Louvre.

En 1908 conoce a Wilhelm Uhde, marchante de arte, con el que vive un matrimonio de conveniencia, él era homosexual y ella sería su tapadera, así además, podría introducirse en el mundo del arte parisino, y tendría asegurada su estancia en Francia. Gracias a él conoce a artistas de la talla de Braque o Picasso, que le llevan a interesarse por las distintas formas del cubismo.

Sonia Delaunay en su taller

Sonia Delaunay en su taller

Sin embargo,  el destino quiso que en 1910 conociese a Robert Delaunay, en una de las galerías de su actual marido, y supo que no se separaría de él.
Tras conseguir ella el divorcio, se casan, y Sonia adoptaría su apellido, por lo que pasa a llamarse como hoy la conocemos, Sonia Delaunay.

Sonia y Robert

Sonia y Robert

Del matrimonio nacerían un sinfín de ideas y proyectos artísticos que llevarían a cabo a lo largo de su intensa vida juntos, que terminó cuando éste muere en 1941 debido a un cáncer.

Su historia de amor y su trabajo iban de la mano, el poeta Apollinaire dijo de ellos:

“Cuando se despiertan, los Delaunay, hablan pintura” 

En 1911 nace su primer hijo, y Sonia, que empezaba a experimentar en telas, le teje una manta con formas geométricas inspirada en formas populares rusas y reminiscencias cubistas (que hoy se encuentra en el Museo Nacional de Arte Moderno de París). Se quiere acercar al arte también de esta manera, diseñando, haciendo objetos cotidianos para convertirlos en obras únicas (influencia sin duda del movimiento inglés Arts and Crafts).

La primera manta que teje a su hijo

La primera manta que teje a su hijo

Sonia trabajaba mano a mano con su marido, aunque prefería mantenerse en un plano más discreto. Ambos coquetearon con el cubismo y la abstracción, pero son abanderados de una nueva tendencia bautizada como “orfismo”.
En 1913 comienza a trabajar obras no figurativas y a experimentar con la superposición de colores.

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En 1914 mientras pasaban sus vacaciones, estalla la guerra y deciden quedarse en España para no verse afectados por el conflicto.
Vivirían en Madrid y en la frontera galaico-portuguesa.

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En Portugal, Sonia pintaría algunos de los lienzos que le darían mayor fama, llenos de luz que recuerdan más a una vuelta al impresionismo.
También se interesa por el baile flamenco realizando en 1917 una serie de bailarinas.
Debido a la revolución Rusa, la artista no podía recibir el dinero  que durante años le mandaba su familia desde  San Petersburgo.

Cuaderno de Sonia

Cuaderno de Sonia

En 1918 vuelven a instalarse en Madrid, y para buscar ingresos más allá de las pocas obras que vendían, Sonia comenzó a dedicarse a las artes decorativas, y su interés por la moda hace que abra una tienda: Casa Sonia, en la que vende trajes confeccionados por ella, así como objetos que redecora, y que va teniendo éxito gracias a la ayuda de aristócratas que gastaban en la tienda y hablaban maravillas de sus diseños, dando un aire renovado no solo a la indumentaria, si no a otras lindes, como la decoración de espacios arquitectónicos y otros más cotidianos.

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Buscaba innovar en telas y colores, no en las formas, y marcar dinamismo con sus diseños. Antes de vender sus  diseños en Madrid, ya había asistido a algunas fiestas parisinas vistiendo su propia y llamativa indumentaria, a aprtir de ahí comienzan a llamarla “reformadora del vestido”

Destacará como ninguna otra en las artes decorativas, y su casa es centro de reunión de los artistas más vanguardistas en todos los ámbitos culturales.

Diseños de trajes de baño de Sonia

Diseños de trajes de baño de Sonia

Su éxito llega a tal punto que confecciona los trajes para varios espectáculos, como por ejemplo el del ballet ruso para la obra Cleopatra, o para Aida de Verdi en el Liceo.

Diseños de vestuario para Cleopatra

Diseños de vestuario para Cleopatra

En 1920, la pareja abandona la península y regresa a París, allí,  inaugurará otra tienda: Boutique Simultane.
Se dejará seducir por el arte dadaista y surrealista, colaborando con grupos de artistas para la realización de proyectos de teatro.

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En sus diseños de moda, muy en boga en el París de la época, llega a contar con las manos de Cocó Chanel para ayudarla.

A partir de la década de los 30, dedicada por completo a la pintura, vuelve a colaborar de cerca con grupos que apostaban por la abstracción, siendo miembro fundador de Realités Nouvelles (1939).

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Es en el año 1941 cuando Robert, su marido, fallece debido al cáncer, y ella, como profundo homenaje, decide poner todo su empeño para que la obra de su marido se conozca.
En 1964 dona obras al Louvre, y el Museo le dedica una retrospectiva, convirtiéndose en la primera mujer de la historia en conseguirlo.

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Nunca dejó de pintar, hasta la fecha de su muerte en 1979.
En París, ciudad que consideraba su hogar, fue enterrada junto a su marido, Robert.

Como colofón las palabras que utilizó Robert, su marido, en 1938 para describirla:

“Sonia Delaunay-Terk ha venido desde Oriente hasta Occidente, trayendo con ella ese calor, ese misticismo característico y clásico. Como todos los artistas y poetas de Oriente, posee el color en estado atávico.”

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