Perú 1987, el arqueólogo Walter Alva descubre la tumba de lo que parece un poderoso dignatario, en el yacimiento arqueológico de Sipán. Sería el principio de un hallazgo histórico sin precedentes en la América Precolombina.

Perú es uno de los países de América del Sur que cuenta con más civilizaciones en el mundo antiguo, cuya última y más importante conocida sin duda, fue el Imperio de los Incas.

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La cultura de los Mochicas

La tumba que nos ocupa, pertenece a la antigua cultura Mochica o Moche. Éste pueblo ocupó la franja costera del norte de Perú, entre los siglos I y VIII de nuestra era.
Fue una cultura rica y desarrollada, conocían los sistemas de cultivo y contaban con una red de comercio muy próspera.
Antiguamente era conocida como Protochimú o Chimú Temprano, recibiendo más tarde el nombre de Moche, tras hacerse unos descubrimientos en el valle del mismo nombre.
El origen de denominarlos también Mochicas, se debe a la lengua que utilizaban sus habitantes, llamada Muchik.

Mapa MOCHICA OK

En la zona, podemos encontrar restos de palacios y templos piramidales, ciudades auténticas,  metales, cerámicas muy trabajadas…  Todo hace pensar, que pudieron ser una de las culturas más ricas de la época en América; en el año 800, debido (es la hipótesis más acertada) a una serie de cataclismos producidos por el cambio climático, desaparecen por completo de la faz de la tierra.
Su organización se basaba en un sistema militar y teocrático, siendo la cabeza del pueblo el Cie-quich, gobernante de uno o más valles (que se representa con la figura de un jaguar), el Alaec, subordinado al anterior, el sacerdote que se ocupaba de los ritos religiosos (representado por un zorro) y finalmente el pueblo (representado en este caso por un lagarto) .
El ritual religioso más importante, como muchos de estas culturas, era el sacrificio, generalmente prisioneros de guerra ofrecidos a los dioses.

Los señores mochicas vivían en grandes palacios, una de las manifestaciones arquitectónicas más importantes es la Pirámide del sol, sita en el valle del Trujillo con 345 metros de alto.
La alimentación la basaban en peces y mariscos que les ofrecía la costa, algunos frutos y carne de llama, y en algunas ocasiones especiales venado e incluso reptiles.

Las excavaciones arqueológicas

Sipán, zona de excavaciones

Sipán, zona de excavaciones

En los años 80 en las zonas de excavaciones, era frecuente la presencia de saqueadores de tumbas y restos artísticos para hacerse con los más preciados tesoros.
Por aquel entonces, Walter Alva, afamado arqueólogo se ocupaba de buscar restos de la cultura mochica que tanto le apasionaba.
Una llamada cambiaría su vida. Un policía le llama desde Sipán, una aldea de la zona, diciendo que un saqueador había encontrado unos restos muy interesantes que debía ver de inmediato, concretamente en la zona llamada Huaca Rajada.
Los restos hallados por el huaquero presagiaban algo importante, se trataba de varias piezas rituales algunas de oro puro.

Royal Tombs of the Lord of Sipan Royal Tombs of the Lord of Sipan

Al día siguiente, el arqueólogo y su equipo comenzaron a excavar en la zona señalada; no se esperaban lo que se iban a encontrar, una tumba repleta de tesoros, equiparables a la de Tutankhamon en Egipto.
La zona tuvo que ser acotada y vigilada, pues se corrió la voz y la gente acudió en masa para tratar de hacerse con parte del tesoro que aún estaba por descubrir.
Las dificultades no hacían más que empezar, era una zona hostil y se tuvo que montar un campamento con patrullas policiales con turnos; debían de trabajar con rapidez. Hubo incluso enfrentamientos con la policía y disparos en los que un saqueador murió.
Los arqueólogos trabajaban bajo un clima de tensión constante.

Se realizó un mapa de la zona, y se trabajó concretamente en dos pirámides de adobe y varias plataformas con rampas, donde se creía podían estar los restos más importantes. Corría el mes de febrero de 1987.

Walter Alva y su equipo

Walter Alva y su equipo

El primer descubrimiento, fue una cámara llena de ofrendas, unas 1200 vasijas de cerámica sin precedentes, que presagiaban que algo importante estaba por aparecer.

En julio del mismo año, el equipo de arqueólogos en el primer nivel de excavación, se encuentran con un esqueleto con los pies amputados, signo inequívoco de que pertenecía a una tumba intacta, posiblemente pertenecía a un vigía de su señor.
A éste le siguió otro vigilante que contaba con el mismo aspecto, en una pequeña hornacina, parecía puesto allí para  vigilar durante toda la eternidad, contaba con la  misma característica que el anterior, le faltaban los pies.
Bajo un enrejado de troncos se encontraron con una tumba central de madera; rodeaba a ésta dos llamas sacrificadas. En la esquina el cuerpo de un niño. A los lados dos ataúdes, el del jefe militar (con el pie izquierdo amputado) y el del portaestandarte (a los pies el esqueleto de un perro); a los pies del Señor su esposa principal con corona de cobre, y a la cabeza los huesos de una mujer joven y un niña de unos 11 años. En total nueve cuerpos humanos.

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Hasta sacar todo a la luz, trabajo que les llevó más de dos meses debido al mal estado de conservación, no fueron conscientes del tesoro que habían encontrado.

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El Señor de Sipán

El personaje de la tumba central, protagonista del descubrimiento lo bautizaron como Señor de Sipán.

El ataúd era de madera de caña y fibras vegetales, y encima había diversas capas de telas, mantas, esterillas, que nos dan pistas de un ritual funerario complejo y estudiado.

Por lo estudios de ADN se sabe que medía 1,67 m de altura, murió a los 40 años de edad y era descendiente del Viejo Señor de Sipán (de el que hablamos más adelante). Vivió durante el siglo IV.

En el interior de la tumba se hallaron piezas ornamentales de incalculable valor. Portaba una corona de oro, en su vestimenta detalles en turquesa, unas orejeras también de esta piedra combinada con oro, pectoral de plata y oro, conchas, caracolas e incluso sonajeros de oro puro, así como un cetro rematado en una forma piramidal de éste material. A su muerte le acompañó todo un ajuar de objetos necesarios y de joyas (más de 400), así como de su séquito de personas de confianza.
Las vestimentas que portaba denotaban su poder y alto rango. Fue un gobernante en su época, considerado una figura semi divina.

Las excavaciones no terminaron hasta un año después. Dada su importancia fueron financiadas por diversas entidades; hasta el año 2000 se descubrieron unas 13 tumbas de distintas épocas.

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Una de las más destacables es la del Sacerdote, posiblemente un siglo más antigua que la anterior. También se encontró un pequeño ajuar.
Portaba una corona de oro en forma de buho y una copa que serviría para distintos rituales de sacrificio, llevaba además un collar con nueve piezas correspondientes a nueve ciclos lunares, lo que no deja lugar a dudas de que se trataba de, como hemos dicho, un personaje religioso.
También se halló cerca una tumba de otro señor, al que llamaron Viejo Señor de Sipán, más antiguo que el protagonista de nuestro artículo. También contaba con importantes joyas destacando un collar de arañas de oro.

En el año 2002 Walter Alva inaugura el Museo de las Tumbas Reales en Lambayeque, para mostrar al mundo la importancia de una de las culturas más ricas e interesantes de América latina.

Walter Alva delante de su Museo

Walter Alva delante de su Museo

La dama de Cao

En el 2005 en una excavación aparece una tumba de una mujer en una zona llamada Huaca de Cao, por lo que se le vino a llamar La Señora de Cao o Dama de Cao,  este hallazgo, hizo replantearse el papel de la mujer en las culturas precolombinas; con una tumba especial para ella esta joven (se estima 20 años) contaba en su piel con tatuajes que evidencian su nobleza.

Mano de la momia de la Dama de Cao; se pueden apreciar los tatuajes.

Mano de la momia de la Dama de Cao; se pueden apreciar los tatuajes.

Su momia fue enterrada como es habitual con un ajuar; collares y narigueros de ricos materiales, y báculos que representan el poder, por lo que la hipótesis de que se trataba de una gobernante cobra cada vez más peso.

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La Dama de Cao

En la zona siguen las excavaciones a día de hoy, en espera de nuevos descubrimientos que nos despejen dudas, y nos cuenten mucho más de esta cultura milenaria y llena de incógnitas, que representa uno de tantos misterios de la historia.