El 11 de Julio de este año todos nos quedamos sorprendidos con la fuga de un narcotraficante en una cárcel de Mexico conocido como Chapo Guzmán.  No era la primera vez, pues ya lo había hecho en el 2001. En esta ocasión fue capaz de cavar un túnel de 1,5km que lo llevaba desde las duchas de la cárcel hasta una finca cercana.
No es, ni mucho menos, la primera vez que un preso se fuga de una cárcel de máxima seguridad … a lo largo de la historia otras huídas han marcado un antes y un después en ciertos centros penitenciarios.
Las fugas sin embargo no solamente se producen en las cárceles.
En Detectives de la Historia os queremos contar como se produjeron las fugas más sonadas, pero centrándonos en dos casos concretos: la fuga de Alcatraz y la fuga de 76 aviadores pertenecientes al bando de los aliados, presos en un campo de concentración nazi en el año 1944.
La historia de cada una de ellas fue llevaba de manera magistral al cine con la película La fuga de Alcatraz, protagonizada por Clint Eastwood, y La gran evasión, protagonizada esta vez, entre otros, por Steve McQueen.

La fuga de Alcatraz

La prisión de Alcatraz, llamada también La Roca, se sitúa en una pequeña isla del mismo nombre, en San Francisco, California, y albergaba (hoy convertida en museo) la prisión más dura y más segura de EEUU. La hazaña que llevó a tres presos a fugarse de ella hace pensar que su sistema de seguridad no era tan estricto como se pensaba.
La cárcel estuvo abierta durante más de 30 años y nadie había logrado escaparse de ella, aunque muchos lo habían intentado.

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Todo cambia el 12 de junio de 1962, cuando tres presos, los hermanos John y Clarence Anglin, y Frank Norris, delincuentes habituales expertos en atracar bancos, logran lo imposible: huir de La Roca.
Hablemos un poco de cómo era la vida en Alcatraz. La cárcel es inaugurada en 1934. Antes había sido una zona militar.
Se decide llevar allí a los presos más peligrosos, ya que su gran seguridad entre otras cosas se debía a que estaba en una isla, por lo que cualquier intento de huida llevaría a los presos a las frías aguas de la bahía, donde además, había tiburones.
Uno de los primeros presos que llegó a esa cárcel fue Al Capone.

Celdas de la prisión

Celdas de la prisión

Las reglas eran muy estrictas y las celdas y recuento de los presos se realizaba 13 veces al día; las comidas eran siempre a la misma hora y los presos con mala conducta eran trasladados a celdas especiales de castigo, oscuras y encadenados al techo. Se dice que se infringieron terribles torturas allí, pero no tenemos constancia real, pues nadie lo ha confesado nunca abiertamente. Las celdas eran pequeñas e individuales. En el comedor no podían coincidir más de cuatro presos en una mesa para evitar contacto. Las normas eran muy estrictas, al principio incluso una de ellas era la prohibición de hablar, que tuvo que ser abolida debido a que muchos presos caían en la locura.
Estas condiciones no tardaron en pasar factura entre los presos.

En 1946, tiene lugar el primer motín, que se saldó con dos guardias muertos y once heridos, y por parte de los presos tres fallecidos. En otra ocasión, un preso intentó huir pero fue abatido a tiros cuando intentaba saltar el muro.
Pero el 12 de junio de 1962, se produjo la fuga más famosa de la historia, esa noche, tres presos lograban salir de la prisión a través de un túnel, dejando en sus celdas unas cabezas que simulaban que allí seguían durmiendo, pero,

¿Cómo lo lograron?
John y Clarence Anglin, y Frank Morris planearon una minuciosa fuga durante meses. Un cuarto preso que al final no participó en la huída los ayudó a tramar y desarrollar su plan.
Robaron cucharas y tenedores del comedor, y con éstas, cavaron un hueco alrededor del sistema de ventilación de sus celdas, que daban a uno de los ventiladores del tejado.

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Habían fabricado unas máscaras con papel, y pelo que robaban de la peluquería, que les daban coartada por las noches mientras se introducían en el túnel, y que también les sirvieron la noche de la huida para simular que seguían durmiendo, cuando en realidad estaban saliendo del penal.
Una vez fuera, unas balsas que habían construido con impermeables de los presos, les sirvieron para huir para siempre de las rejas que los encerraban.

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Sin embargo, aún a día de hoy es un misterio si lograron o no su cometido. Las autoridades penitenciarias se apresuraron a decir que habían muerto ahogados, pero la verdad es que nunca se encontraron sus cuerpos. La hazaña de llegar nadando hasta la orilla es factible, pues es un reto que logró por ejemplo David Meca, aunque ya sabemos que se trata de un nadador profesional, pero lo hizo sin ningún tipo de neopreno, por lo que las temperaturas del agua no habrían jugado en su contra.

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No hace muchos años, investigadores de la universidad de Holanda, han hecho estudios y simulaciones de la huida basándose en las mareas de aquella, llegando a la conclusión de que si huyeron en el momento de menos corrientes, hubiesen llegado cerca del Golden Gate, logrando así su objetivo.
El misterio sigue en pie, desde el año después de la huida la madre de los Anglin recibía un ramo de flores por su cumpleaños, siempre sin tarjeta, y los investigadores lo daban como una pista crucial de que quizás estuviesen vivos. Se dice que a la muerte de ésta, ellos acudieron al funeral disfrazados de mujer.

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Al no haberse encontrado los cuerpos y según las leyes estadounidenses, la investigación no se cerrará hasta que todos los presos cumpliesen 99 años. De seguir vivos ahora mismo, rondarían los 83 y los 87 años.
Un año después de la huida, la prisión se cierra. Debido a lo costoso de su mantenimiento, pero sobre todo a que por culpa del salitre, las instalaciones se oxidaban, los cortes de luz eran continuos, y la mala fama además les precedía.

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Las cárcel había contado con presos tan famosos como Al Capone, o Robert Stroud, conocido por ser un criminal sanguinario, que amaba a los pájaros llegando a convertirse en un afamado ornitólogo, siempre sin salir de prisión. Fue llevada la historia al cine también, protagonizada por Burt Lancaster en El Hombre de Alcatraz.
El último preso de la cárcel, Frank Watherman, afirmó a la prensa mienstras era trasladado:
Alcatraz nunca hizo ningún bien a nadie

La fuga del campo de concentración Stalag Luft III

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La verdadera gran evasión se asemeja a la fuga de una cárcel, pero las circunstancias no tuvieron nada que ver. Nada tiene que ver los prisioneros de un campo de concentración nazi  con los que habitan cualquier prisión penitenciaria.
En plena II Guerra Mundial, en uno de los campos de concentración de Polonia:  Stalag Luft III, se tramaba una de las fugas más famosas de la historia. Fue un campo de concentración en el que estaban presos oficiales y suboficiales de aviación de los países aliados.
A pesar de ser un campo de concentración, no sufrían tantas vejaciones ni tenían tan malas condiciones como otros presos, por ejemplo los civiles judíos de otros tantos campos.

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Se decidió hacer un campo de concentración para ellos, con importantes medidas de seguridad dado que ya habían intentando huir de otros campos; estaban acostumbrados a grandes espacios y a aventuras, no les resultaba fácil vivir hacinados. Las medidas de seguridad eran extremas, e incluso había guardias especializados en fugas (buscaban túneles) a lo que los presos llamaron hurones.
Varios militares urdieron el plan de fuga, se organizaron el llamado comité de fugas (dirigido por Roger J. Bushell) construyendo tres túneles a la vez, temiendo que alguno fuese descubierto. Los túneles tenían nombre, fueron apodados, Tom, Dick y Harry (éstos nombres en el argot estadounidense son equiparables a lo que aquí nombramos como fulanito, menganito y citanito).
Los túneles debían excavarse desde dentro del campo hasta un bosque próximo, que les facilitaría esconderse en la maleza y llegar a los pueblos cercanos. Sería más fácil excavar desde la reja que acotaba las instalaciones, pero sería más difícil hacerlo sin que nadie los viese.
Sin embargo antes de la gran fuga, tres presos lograron escapar construyendo un plinto al estilo caballo de Troya. Hueco en su interior lo situaban pegado a la alambrada y dentro de él siempre había un preso excavando mientras sus compañeros hacían gimnasia.

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Los túneles fueron construidos con increíble destreza, dado los pocos materiales de los que disponían, utilizaban botes de leche vacíos para hacer conductos de ventilación, y apuntalaban los túneles con listones de madera que sacaban de las camas, consiguieron incluso, carretillas. Sufrieron muchas dificultades, sobre todo para deshacerse de la tierra que salía al excavar. Lograron hacerlo transportando la tierra en bolsas hechas con calcetines que escondían en los pantalones y que iban desperdigando por todo el campo de concentración. Cuando la cantidad ya no podía esconderse decidieron rellenar el túnel Dick, que ya no iban a utilizar, donde también escondieron la documentación, mapas, etc.

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Entre los presos había falsificadores que conseguían materias primas sobornando a los guardias y copiando documentos oficiales.
Tom fue descubierto por los nazis, así que centraron todas sus energías en Harry, por el que escaparon y que medía 110 metros de largo y 10 metros de profundidad, la entrada, debajo de una estufa de un barracón. Los presos además se hicieron con ropas, y consiguieron documentación civil para pasar desapercibidos una vez lograran su objetivo, 200 personas huirían en una sola noche.

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Esa noche fue la del 24 al 25 de marzo de 1944, Harry estaba preparado para su cometido. Además esa noche era perfecta por otros motivos, había luna llena, por lo que se verían mejor en la oscuridad, además era viernes, los viernes los trenes cercanos al campo solían llevar muchos soldados de permiso, por lo que con sus uniformes nuevos, pasarían desapercibidos.

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De los 200, sólo a 76 les daría tiempo a ejercer su fuga antes de ser descubiertos. Unos por uno se introdujeron en Harry y recorrieron los 110 metros subterráneos que les llevarían hasta el bosque. Entraban primero los que lo habían construido y los que habían conseguido la documentación falsa y los uniformes tanto civiles como militares.
El primer hombre en recorrerlo, cuando llegó al final se dio cuenta de que faltaban escasos metros para llegar al bosque, un desafortunado error de cálculo. Pero había que irse igualmente aunque el riesgo fuese más alto.
Tenían que aprovechar los espacios en lo que los centinelas no alumbrasen ese punto de la alambrada, así que solo podían salir una docena de hombres cada hora.
A las 5 de la mañana, cuando iba a salir el preso 77, un vigilante lo sorprende, por lo que se inicia el protocolo de seguridad y el resto no pueden salir. Pero 76 ya se habían adentrado en las profundidades del bosque, y llegado a los pueblos.

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Algunos huyen entren y otros en autobús, tratan de pasar desapercibidos pero es difícil, intentan hablar alemán pero algunos son descubiertos al hablar un perfecto inglés por despiste, o al sacar una chocolatina del abrigo con el envoltorio de la Cruz Roja.

Fotograma de la película La Gran Evasión

Fotograma de la película La Gran Evasión

De los 76 huídos 50 fueron detenidos a las pocas horas y mandados fusilar por Hitler. Otros 20 fueron detenidos a los pocos días en diversos lugares de Alemania y fueron trasladados a otros campos.
Tres de ellos lograron huir al 100%, se trata de Per Bergsland y Jens Müller, noruegos que se refugiaron en Suiza, y el holandés Bran Van Der Stock, que llegó a España y fue protegido por el consulado inglés.
En 2004 Tim Carrol, escribe el libro “La gran evasión: la verdadera historia de la fuga más famosa de la Segunda Guerra Mundial” con testimonios de los 7 supervivientes que aún vivían en esa fecha, los tres que huyeron en un principio y los que sobrevivieron al campo de concentración y pudieron contarlo.

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El 4 de junio de 2010 muere Jack Harrison de 97 años, uno del últimos supervivientes de la fuga. En realidad no llegaría a huir por poco pues contaba con el número 98, pero participó en la excavación. Cuenta que cuando los centinelas descubren el pastel, todos los que estaban esperando tuvieron que deshacerse del material lo más rápido posible para no verse implicados, lo que les llevaría a su fusilamiento.

En agosto de 2015, nos dejó, a los 101 años Paul Royle, que sí fue uno de los 76 presos que logró salir del campo, aunque fue apresado pocos días después y vuelto a llevar al mismo. En el 70 aniversario de la huida en 2014,  fue llevado a la zona y recordó el frio que hacía al salir del túnel y que toda el bosque estaba nevado.

Paul Royle

Paul Royle

El único superviviente vivo, es Dick Churchill, que cuenta con 94 años de edad.

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Algunas imágenes que os mostramos no son de muy buena calidad, pero son las existentes, datan de la época y por lo menos nos dejan una idea de cómo fue todo.

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